Elvis Presley era un racista redomado.
En aquellos días de 1956,
circuló por los barrios negros, el venenoso rumor de que Elvis era un
típico good ol' boy sureño, tirando a racista. Otis Blackwell,
compositor de varios de sus temas, confirma que, antes de conocerse, le
asustaba semejante reputación del cantante. Esa difamación no colaba en
Memphis, donde se sabía que un había violado algunas reglas de la
segregación, al acudir -por ejemplo- al parque de atracciones local en un día reservado para “gente de color”.
Escuchaba atentamente a artistas de rhythm and blues y lo contaba ante
periodistas que ni reconocían los nombres: citaba como inspiradores a
Fats Domino, Arthur Crudup, Bill Kenny (uno de los tenores de los Ink
Spots). La prensa negra de Memphis celebró en 1956 que apareciera para
saludar en el concierto anual de WDIA, la emisora para la comunidad
afroamericana. Allí dio las gracias “por las enseñanzas” a Ray Charles o
B.B. King (en la foto). Repitió la aparición al año siguiente.
Un
detalle: entre las jóvenes de color allí presentes, Elvis produjo más
fervor que sus propias estrellas, aunque no cantara. Arriba, puedes ver a
dos tiernas reporteras negras entrevistándolo. Chuck D y demás críticos
tendrían dificultades para asumir ese entusiasmo de sus madres o
abuelas; de alguna manera, durante unos meses, Elvis funcionó como una
fuerza unificadora en lo racial.
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