Carrie Fisher le envió un paquete que contenía una lengua de vaca a un
productor que había abusado de una amiga suya. La actriz envió una nota junto
al paquete que decía: “La próxima cosa que envíe será algo tuyo en una caja
mucho más pequeña”.

Lionel Royce, un actor judío, perdió su trabajo en la Alemania nazi. Sin
rendirse, se fue a los Alpes, se dejó barba y se tiñó todo el cabello bañándose
en peróxido de hidrógeno. Volvió a los escenarios haciéndose pasar por un actor
procedente del campo, y fue alabado por los nazis en su carrera por la
“superioridad” que demostraba con su “sangre aria”.

Tras el fracaso de Nintendo con el lanzamiento de su consola Wii U, el presidente de la empresa, Satoru Iwata, se bajó el sueldo a la mitad durante medio año para que sus empleados no tuvieran que sufrir las consecuencias de un error que sabía suyo.
A Arnold Schwarzenegger no se le permitió hacer el doblaje al alemán,
su lengua materna, de su propio papel en “Terminator”, porque su acento era
considerado muy “de pueblo” para los estándares germanos, y la productora
consideró que sería muy ridículo tener a una máquina de matar del futuro que
regresa en el tiempo que hablara con un pueblerino.

Kate Winslet guarda su Oscar en el cuarto de baño para que sus invitados
puedan sostenerlo e improvisar sus propios discursos de agradecimiento sin
sentirse observados.

Existe un restaurante en Nueva York que no tiene chefs ni cocineros de
renombre, ya que emplea a abuelas. Cada día, una abuela de una parte diferente
del mundo diseña su propio menú, que se ofrece en el restaurante.
bg
Comentarios
Publicar un comentario